Hace casi diez años conocí ¨el lugar¨.
El último año de la prepa, en la ciudad e los olvidos de las confusiones , una foto blanco y negro acompañan esos recuerdos de la juventud en el salón de clases marista, cada quien con su pose poco fingida, espontánea pero eso si, pertenecientes a la misma generación AREA IV.
Salimos de las aulas para encontrar cierta fraternidad entre los que nos tomamos esa imágen. René uno de estos individuos comento continuar el día iendo a algún café, me pareció algo interesate.
El Frida, una escuela de inciciación artística del INBA, estábamos en la esquina uno de ellos nos presentarían con unas amigas. El café donde conocí los paninis, acompañando con la coca y el cigarro, Antonella la niña darqueta, El pitufo, otro cuate mas que puso la caribe para llegar al lugar, René y otro wey mas. Un ajedrez, yo era nuevo para ellos así que sorprendí con 3 juegos ganándoles, nada pensado simple suerte, admiración de aquellas niñas.
Aparece en escena un fulanito pintado de rosa o verde esmeralda del cabello, no me desagrado, pero después sí. agotamos el tiempo en ese café, nos invita a comer rené, el pitufo me comenta en lo apartadito: ¨René tiene mucho dinero y tiene muchos negocios¨. Yo sólo hice como que wow! ja.
Llegamos. el lugar se llamaba: ¨El lugar¨una fonda con meseros muy agradables, en la calle de Benjamin Franklin, siendo sincero no recuerdo que sea ahi o en el otro cafe mas cerca de su casa, en fin.
El lugar no es el lugar era el momento era el tiempo detenido de finales de una etapa e iniciación de otra, el lugar cerró después en menos de un año, hace 3 días su propia madre de rené me trajo a la mente esos instantes, tan sólo mencionando la fonda. Me lo mencionó en el momento en que rene con mucho esfuerzo y poco dinero, pero cuidando cada detalle. Un sábado pasado el cual abría un barecito en la calle de Vicente Surárez por aquellos lares de la condesa.
Detalles si tengo muchos detalles pero tan sólo estos son recuerdos difusos que se transforman en anécdotas dadaistas que llegan o mover un poco la caja de los recuerdos.
